martes, 19 de enero de 2010

CUENTO: LA SELVA Y EL MAR DEL CHOCO EN EL MILAGRO DE VIDA

Por: JOSE RIVAS

En el año 1900 llegan a las costas del pacifico chocoano los Alemanes Lassen y Fritzer, el Holandés Helsen y el Ingles Foldier. La satisfacción de la selva mágica y el misterio de las culturas ancestrales concitaban poderosamente el interés de los foráneos, que al internarse en la espesa vegetación a contemplar la fauna biodiversa y flora circundante pierden el sentido de la orientación y comienzan a deambular por la escabrosa, húmeda y abrupta selva. Helsen, el Holandés que al parecer dirigía al grupo, informa a sus desorientados compañeros que aunque están perdidos, no obstante, es muy probable que consigan a una familia ancestral que por mucho tiempo ha estado olvidada en la selva; según informes de historiadores callejeros, esta familia de chocoanos, son descendientes de BUGANDA VASSEL, un africano que al conocer los misterios la selva había logrado ser asistente del Sabio Mutis en la expedición botánica; ellos habían conservado el conocimiento y transmitido secretos de la naturaleza de generación en generación. Mas adelante, en su recorrido encuentran a Linda Holdstein, turista Inglesa que tenía tres meses de estar en el Chocó y que había logrado llegar hasta “el campamento itinerante de ciencias en la selva” como ella llamó el sitio donde Vivian los descendientes de BUGANDA VASSEL. Inmediatamente Holdstein los lleva hasta el campamento. Eran ya las cuatro de la tarde, el sol caía sobre el pacifico chocoano y el señor BUNGANDI VASSEL un anciano descendiente de Buganda, invito a los visitantes a subir al mirador, y ver como, desde la espesa selva se contemplaba el lindo y anchuroso mar de Balboa, con sus descripciones de variopintas, donde la inmensidad se contrapone al horizonte y crea en el ser humano la constante sensación de ser tan pequeño para contemplar lo grandioso y tan efímero para atrapar la eternidad en el instante. Lassen el alemán sugirió a sus compañeros, que serίa muy fructífero escuchar de BUNGANDI las historias y conocimientos en mucho tiempo acumulados desde los días de la expedición botánica. BUNGANDI comenzó por mencionarles los aportes que su antepasado había hecho a la expedición botánica; eso si, cada historia estaba cargada de un surrealismo y un misterio que la hacia muy atractiva para concentrar la atención, aunque a veces sonaba ficticia para Fritzer el Alemán, que todo lo cuestionaba con su apego al método científico y ajeno a la magia de la selva con sus anécdotas e historias huidizas que toman giros inesperados. La noche entraba lentamente en la selva del pacifico chocoano, ahí estaba esa sensación de una tarde que termina, y una brisa que anuncia la llegada de la noche, con sonidos que penetran el oído presagiando que cualquier cosa puede pasar en la selva con vista al mar. BUNGANDI procedió con sus historias… en seguida contó la historia de las ballenas jorobadas; hace mucho tiempo - dijo Bungandi - que en la Bahía se llevo a acabo un fenómeno natural de esos que suceden una vez en miles de años, se reunieron todos los animales del planeta para decidir sobre qué hacer para conservar la vida y exigir que se les protegiera su existencia; entonces Gobi - un lorito que vivía con los Bungandi - , les contó que desde que cuando papa BUGANDA vivía, esa familia siempre celebraba un evento que ellos lo llamaban el milagro de vida, y que la familia pese a que había pasado tantos años todavía se conservaba, es decir habían garantizado su existencia. Gobi concluyó diciendo: pienso que cada año deberíamos realizar en sitios especiales del planeta una celebración grandiosa y trascendental que se llame el milagro de la vida, debe ser algo que se relacione con la existencia, con el disfrute de la vida y con la preservación de esta. Fue acogida la propuesta del Lorito Gobi, desde entonces cada año por todo el mundo se celebra el milagro de la vida; en sitios especiales se reúnen animales para de una u otra manera decirles a los humanos y demás seres de la natura, que aunque la vida sea dura, se puede mantener una costumbre y una fe querida, al celebrar cada año el milagro de la vida. Esa es la razón por la que cada año viene aquí la Ballena jorobada, aun siendo una costumbre olvidada ella fue escogida para que, aunque la tradición fuese por otros perdida, siempre celebrase el milagro de la vida; celebra el bocachico que sube por el río Atrato, aun cuando en su trayecto tenga malos tratos; celebra la tortuga Canaa en Acandi aun cuando los humanos perturban su vivir, celebra el delfín en el anchuroso mar, aun cuando le arrojen toda suerte de mal; todos tienen un compromiso con la vida aun cuando la costumbre para los humanos esté perdida. Fritzer, el Alemán incrédulo dijo: hay tanta verdad en esa historia de ficción que deseo manifestar mi segura convicción: “esta historia no puede quedar perdida, debemos aportar algo que ayude a mantener el milagro de la vida”; desde entonces cada año por lo menos un Europeo viene a la selva de los dos mares; ingleses, alemanes, holandeses, algunos de ellos vienen a contemplar y escuchar la historia referida sobre el milagro de la vida. La noche se hizo avanzada y la cama estaba preparada, así que bajaron del mirador y se dispusieron a dormir, no sin antes referirse al fenómeno de cómo la luna espléndida se filtraba en la selva a través de las hojas de los árboles. Sorprendió mucho como BUNGANDI tenia un sistema para aprovechar la luz de la luna; había elaborado una construcción con unas medidas y disposición geográfica, y utilizado unos materiales que permitían la entrada de la luz de la luna a las habitaciones, las cuales se iluminaban de manera tal, que causó admiración a los extranjeros. La visita llegaba a su fin y la decisión estaba tomada, cada año serίa una fiesta programada, en todo lugar del planeta donde un sitio especial adorne la existencia, debe celebrarse con suprema insistencia y dar la eterna bienvenida al milagro de la vida. Llegaba el momento de la partida, el lorito Gobi, repetía; no olviden la costumbre de la papa Buganda, ¿cual? preguntó Fritzer; el milagro, el milagro, el milagro de la vida, repetía Gobi en su despedida.

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